UGANDA en moto

Aupa ahí
Buen confinamiento a todos.
Aprovecho este asueto para publicar una crónica que tenía pendiente: UGANDA en moto, un viaje de estas pasadas navidades.

Me tocaba ya andar en moto por el África negra. Entre todos sus países escogí Uganda porque había leído que aún no estaba muy tocado por el turismo, las tribus indígenas eran todavía auténticas, tiene una geografía muy variada (selva, montañas, desiertos, lagos, Nilo…) y los parques nacionales están abiertos a las motos. Yo creo que acerté.
Para los cinéfilos decir que aquí se han grabado películas como: Tarzán, La reina de África, las minas del rey Salomón, Siete días en Entebbe…
Precisamente en Entebbe está el aeropuerto. Visado a la llegada (también se puede llevar hecho online). Obligatoria la vacuna de la fiebre amarilla. El idioma oficial aquí es el inglés, aunque en las zonas más rurales, la gente sin escolarizar habla sólo el dialecto local.

En Entebbe le alquilo su moto a un agente de viajes local; la moto universal allí: Bajaj 100 (sí, sólo de 100cc). Más del 95% de las motos en este país son este modelo. No me compliqué: barata, dura y bien conocida por todos los mecánicos allí. Encontrar allí un modelo distinto a éste me habría llevado días que no tenía, y sabiendo que gran parte del viaje iba a ser off-road no prioricé el encontrar una más grande.
La mía es la de la derecha.


Asiento rosa, 100cc y con una cesta en el manillar, justo lo que he querido tener siempre. Abajo foto a pies del Nilo.





La carretera principal que va hacia el Este, dirección Kenia, está asfaltada y pasa por la capital Kampala; única ciudad grande del país, y único lugar que no me gustó.




Tomo dirección noreste, a zonas más rurales.





Había leído de una bonita caminata hasta unas cataratas (Sipi Falls) un poco más adelante de Mbale, y allí voy.





Para llegar hasta la catarata debo cruzar plataneros, plantaciones de café…





En los siguientes kms muy habitual ver el café secando sobre la carretera…





Sigo hacia el norte, paralelo a la frontera con Kenia. El asfalto desaparece.





Esta aldea tiene escuela. El niñito de la foto me dice que vive a 10km, que si le puedo llevar...






Los últimos kms antes de Moroto (uno de lo sitios donde me alojé) son de buen asfalto, cosa que, con franqueza, no lamenté en absoluto.





En Moroto nuevamente pista que ya no dejaré hasta el último día.





Tras unos 200km de pista me encuentro una estampa inolvidable. Oigo primero, y veo después, cómo se acercan desde lejos unos niños bailando y cantando, en mitad de la nada, que se quedan después un rato conmigo…




No suelo grabar vídeos en mis viajes, pero esta situación lo merecía.



Es 31 de diciembre y quiero llegar a Kotido, un pequeño pueblo que al menos aparece en el mapa, para no estar muy solo en la entrada del nuevo año.
Antes de Kotido encuentro esta joya: Nakapelimoru, un típico poblado africano. Auténtico entre los auténticos. El más grande de la tribu karamojong.
Panorámica desde una colina cercana donde se ve cómo están distribuidos en grupos de cabañas.







Me encantó. Parecía sacado de un capítulo del National Geographic.





Ya en Kotido, encuentro este pequeño bar donde esperar la llegada del 2020.






Varios me dijeron que hacía meses que no veían un blanco por el pueblo.

No hay tiempo que perder. Continúo ruta, ahora hacia el oeste. Siguiente destino Pakwach, punto de entrada al parque nacional Murchison Falls. Todo pista.




Una vez en Pakwach, lleno depósito, me encapricho de estos pescaditos fritos y cruzo el PN Murchison Falls de norte a sur.


A la distancia un hipo.


Al de poco de la barrera de entrada ya se empiezan a cruzar animales.





Impagable el poder ir viendo todo esto mientras se va con la moto.


Entre que uno para, se quita los guantes, saca la cámara... el elefante ya se ha ido. Pude ver uno a lo lejos. Estas jirafas las tuve justo enfrente, en mitad del camino.



Me alojo un día dentro del parque para hacer un crucero matinal emulando a Bogart y Hepburn en La reina de África…





                                                                                                                                    
La parte sur del parque la están asfaltando con dinero y señales chinas. Quienes vengan dentro de unos meses lo tendrán más fácil para cruzarlo, pero me temo que ya no será lo mismo.




Ya una vez fuera, tuve el pinchazo que últimamente tengo en todos mis viajes. Un alivio que no me ocurriera en mitad del parque; dicen que los leones de aquí sólo cazan a la noche, pero me alegro de no haberlo comprobado.


Espero haberos entretenido un rato.
Aguuuuur.
Ondo ibili.